Por Silvia Kochen
RAGCyT (Red Argentina de Género Ciencia y Tecnología)
Doctora en Medicina
Prof. Adjunta de Neurología, Fac. Medicina, UBA
Investigadora Principal CONICET
Lamentablemente, nada nuevo, aunque quizás inesperado de un premio Nobel en medicina y que además trabaja o mejor dicho trabajaba, sus declaraciones le costaron su cargo, en una de las instituciones pioneras en la incorporación de las mujeres en el mundo de la ciencia.
En nuestro país, si miramos la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires, recientemente nominada entre las mejores de Latinoamérica, nos sorprendería menos una opinión de este tipo. Alrededor del 70 % de los graduadas/os son mujeres, sin embargo, estamos casi ausentes en la conducción de la Facultad, y el contenido académico esta plagado de sexismo y contenidos peyorativos hacia las mujeres.
En el CONICET, institución donde se concentra el mayor número de investigadoras/es, en un trabajo realizado por la RAGCyT, las mujeres superan en número a los hombres en el acceso a la carrera de investigador, inclusive en las becas, sin embargo, a pesar de los avances observados en los últimos 10 años, las mujeres seguimos siendo minoría en los cargos de mayor jerarquía en cualquiera de las disciplinas científicas. Y esta misma situación se puede observar en las instancias de conducción y evaluación.
Consideramos que urge establecer políticas de equidad de género, asegurando que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades, derechos y responsabilidades, eliminando toda forma de discriminación.
El desarrollo de la ciencia y la tecnología hace necesario que se duplique a nivel mundial la cantidad de hombres y mujeres dedicados a la investigación.
Considerando que en América Latina existen la cuarta parte de científicas/os que en Europa Occidental, la incorporación de las mujeres al sector no solo es un deseo de las mujeres, sino una necesidad para continuar logrando un desarrollo socio-económico que garantice una sociedad justa.
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